El Asma y Onagra

Prevenir y tratar el asma

En la aparición del asma influyen muchos factores. La medicina natural propone corregir el «terreno» que favorece los ataques mediante cambios en la dieta y técnicas de relajación, entre otras medidas.

El asma bronquial es una de las enfermedades de tipo alérgico más frecuentes y se caracteriza por una sensación de falta de aire, con tos, respiración acelerada, ruidos respiratorios semejantes a silbidos y expectoración espesa. Se calcula que en España hay más de tres millones de adultos asmáticos y más de medio millón de niños hasta los 14 años.
La mayoría de los asmáticos (un 75%) tienen un sustrato alérgico, es decir, les ha sido diagnosticada alguna alergia. Estas personas suelen producir cantidades excesivas de inmunoglobulina E (IgE), un tipo de anticuerpo que, al reaccionar con el alérgeno (polen, ácaros, etc.), provoca la liberación de mediadores químicos de la inflamación. Esto induce la contracción del músculo liso bronquial, así como el aumento de la secreción de moco y la inflamación de los bronquios, todo lo cual dificulta el paso del aire.

La influencia del ambiente
Sin embargo, el hecho de que el asma haya doblado su incidencia en los últimos 20 años obliga a centrar la atención en determinados factores ambientales.
Este incremento no solo se debe a estímulos alergénicos (ácaros del polvo, pólenes, pelo animal), sino que se relaciona con factores relativamente nuevos como la contaminación ambiental, el humo del cigarrillo, la alimentación industrial, el abuso de fármacos y vacunas, así como el estrés y más recientemente el cambio climático.
Esto hace que el sistema defensivo, que debe protegernos de peligros reales, se encuentre alterado y reaccione a veces exageradamente frente a estímulos naturales que en principio no deberían disparar la alarma de la alergia.
Científicos de la Universidad de Michigan señalan que los antibióticos pueden modificar la flora intestinal y aumentar la presencia de levaduras (Candida albicans), lo que a su vez favorece una alteración inmunitaria con respuestas exageradas frente a sustancias comunes presentes en el aire.

La dieta más adecuada
Una dieta equilibrada, rica en alimentos no procesados y de origen vegetal, parece ser la más indicada para prevenir el asma. Un estudio sobre los hábitos alimentarios de varios miles de mujeres demuestra que aquellas que consumen un elevado porcentaje de zanahorias, tomates y hortalizas en general presentan menos incidencia de asma.
Se ha comprobado que los vegetales ricos en vitaminas (C, B y E) y flavonoides contribuyen a prevenir las alergias. También se recomienda incluir ajos y cebollas en la alimentación, pues contienen un potente flavonoide, la quercitina, que ayuda a disminuir las reacciones alérgicas. El licopeno presente en el tomate actuaría en el mismo sentido.
Por el contrario, se debería evitar o moderar la ingesta de grasas hidrogenadas como la margarina, el chocolate y el azúcar. También se da mayor prevalencia de asma entre quienes abusan de la sal.
Las personas de tendencia asmática deberían tomar pescado azul rico en ácidos grasos omega-3 o complementos a base de ácido gammalinolénico (aceite de borraja u onagra), que disminuyen la presencia de ácido araquidónico, presente en el huevo y el marisco.

Tomar el sol como prevención
Según investigadores australianos, dosis moderadas de luz ultravioleta (de 15 a 30 minutos) antes de la exposición a un alérgeno en el laboratorio reducen los síntomas respiratorios del asma.
El 28% de los niños asmáticos presenta bajos niveles de vitamina D. Esta vitamina es importante en el embarazo, pues los hijos de madres deficientes tienen mayor riesgo de padecer asma.

Dr. Daniel Bonet

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